Seamos sinceros, muchos padres quieren que sus hijos sean independientes para liberarse de algunas responsabilidades. Por ejemplo, si el menor maneja de manera autónoma la organización de sus tareas de la escuela, la madre no tendrá que estar preguntándole veinte veces “¿Hiciste la tarea?”.
Sin embargo, la verdadera autonomía se debe enseñar pensando en el menor, no en uno mismo.
Y ahí es donde los padres encuentran desafíos: cuesta encontrar la delicada línea, muchas veces marcada por el amor, en la que queremos protegerlos y resolverles todo, o dejar que ellos empiecen a aprender un poco solos, incluso de sus propias equivocaciones.
La psicología moderna promueve una tendencia llamada “crianza que apoya la autonomía”, que ofrece una alternativa realista, basada en estudios científicos, para que los hijos se derrollen como personas más independientes.
Y el primer paso es expresar confianza en las capacidades del hijo.
Según esta teoría, también conocida como de “autodeterminación”, hay tres necesidades humanas básicas que deben satisfacerse para el bienestar general y que son la alfombra roja hacia la independencia:
Autonomía, la capacidad del menor de comenzar a resolver cosas por sí mismo, ya sea en la vida cotidiana o frente a conflictos.
Competencia, enseñarle a ser un ser humano a ser “competente”, esto significa desde la capacidad de hacer pipí o popó por sí mismos hasta de decidir un deporte o una carrera. Los expertos dicen que la forma más sana de competencia es cuando se compite contra uno mismo, siendo esta la base de la superación personal positiva.
y conexión, que se entiende como la habilidad de construir lazos sociales que formarán el entramado tanto de seguridad como de desarrollo del menor.
La premisa de la crianza que apoya la autonomía es que satisface estas necesidades en nuestros hijos.
Todos anhelamos ser hábiles, socialmente conectados y responsables de nosotros mismos. Es importante transmitir ese anhelo a los hijos.
Nuestra labor es permitir que nuestros hijos actúen por sí mismos (con andamiaje, es decir, impulsando un poco lo que ya pueden hacer para seguir desarrollando habilidades, pero las expectativas deben estar a la altura de su preparación, capacidad y edad) para que puedan desarrollar esta competencia.
Esto implica permitirles cometer errores y tolerar la incomodidad que sentimos si fallan, o corremos el riesgo de fallarles a largo plazo.
Y hablar hablar y hablar. La comunicación abierta y sincera es la plataforma que sostiene el apoyo entre padres e hijos para un desarrollo personal sostenible.
¿Te cuesta dejar de ser un padre omnipresente?
Imagina que ves a tu hijo a través de una bola de cristal y puede…
Recordar lo que necesita para la escuela
Contarte que se peleó con un amiguito, pero que lo resolvió
Armar su propio bolso para su paseo escolar
Y más adelante en la vida:
Para los niños, el camino de la independencia significa aprender de los errores, y salir adelante.
Para los adultos, mantener límites importantes a la vez que “ir soltando” del hilo, para que el menor comience a manejarse por sí mismo y con el tiempo pueda ser un individuo con voz propia y seguro de sí mismo.