El estrés puede formar parte de la vida diaria: por discusiones, contratiempos, responsabilidades que se acumulan o simplemente por recibir malas noticias. Para cualquier persona esto suele ser agotador, pero cuando se vive con diabetes, el impacto va más allá del malestar emocional.
Cuando atravesamos una situación estresante, el cuerpo activa un mecanismo conocido como eje hipotálamo–hipófisis–adrenal (
HPA), que desencadena la liberación de varias hormonas, entre ellas cortisol, adrenalina, glucagón y hormona del crecimiento.
Estas hormonas tienen un efecto directo sobre el metabolismo: aumentan la producción de glucosa en el hígado y, al mismo tiempo, reducen la eficacia de la insulina, generando un estado de resistencia insulínica. Como resultado, la glucosa no ingresa eficazmente a las células y se acumula en la sangre, lo que puede provocar hiperglucemia, especialmente en personas con diabetes.
Numerosos estudios respaldan esta relación entre el estrés y el desajuste glucémico. Una
investigación observó que el estrés crónico puede agravar significativamente el control glucémico en personas con diabetes tipo 1. En diabetes tipo 2, la evidencia es aún más clara:
estudios recientes asocian de manera consistente el estrés psicológico con niveles elevados de hemoglobina glucosilada (HbA1c), un indicador clave del control a largo plazo.
Esto puede observarse con mayor claridad en un
análisis realizado sobre más de 3.000 adultos que utilizaron una plataforma digital en la que registraban sus niveles de glucosa. Quienes reportaban altos niveles de estrés presentaban a su vez cifras de glucosa más elevadas, mayor necesidad de insulina, síntomas de ansiedad y un control glucémico deficiente.
Otro aspecto destacado por los expertos es que no hace falta vivir bajo estrés constante para que se produzca un impacto. Situaciones breves pero intensas, como un examen, una discusión o incluso un susto, pueden provocar aumentos temporales y abrupto del azúcar en sangre.
Incluso existe
evidencia que muestra que los trabajos con alta carga emocional pueden aumentar entre 25 y 47% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, reforzando una idea importante: el estrés no solo complica el manejo de la glucemia en quienes ya tienen esta enfermedad, sino que también puede influir en su aparición.
¿Qué puedes hacer para reducir el impacto del estrés sobre los niveles de glucosa?
Aunque la alimentación sigue siendo la herramienta principal para controlar el azúcar en sangre, no es el único aspecto para tener en cuenta. Cuando el estrés entra en juego, también es clave prestar atención a otros factores que pueden influir silenciosamente en tu glucemia:
Practica técnicas de respiración o mindfulness: al menos 10 minutos al día. Está demostrado que la meditación y la respiración consciente ayudan a reducir los niveles de cortisol y a estabilizar la glucosa en sangre.
Muévete: aunque parezca poco, cualquier ejercicio te ayudará a mejorar la sensibilidad a la insulina y a liberar la tensión acumulada.
Identifica tus picos de estrés (y de glucosa): puede recurrir a un glucómetro o sensor para observar si hay aumentos después de momentos estresantes. Eso te permitirá anticiparte y ajustar hábitos o medicación (con la supervisión de tu médico).
Busca apoyo emocional o social: hablar con alguien de confianza o participar en un grupo de apoyo reduce la carga emocional y, en consecuencia, ayuda a mejorar el control glucémico a largo plazo.
Establece pequeñas rutinas que te calmen: esto se trata de decisiones personales, leer, estirarte, escuchar música, cocinar o incluso ordenar. No hace falta mucho tiempo, pero sí identificar cual es la más útil para relajarte y realizarla con constancia.
Recuerda, estas estrategias no reemplazan la consulta médica. Si notas que el estrés está afectando tu glucemia con frecuencia, deberás hablarlo con tu médico. Un buen abordaje del estrés puede marcar una gran diferencia en tu bienestar diario y en el control de la diabetes.
Este artículo fue producido por Tomás Vicente, periodista especializado en Salud.
Fuentes consultadas: Asociación Estadounidense de Diabetes, Clínica Mayo, estudios científicos.