Nuestras neuronas utilizan un químico cerebral denominado dopamina para ayudar a controlar el movimiento y la coordinación muscular. Cuando se presenta el mal de Parkinson, las neuronas que producen ese químico, mueren lentamente. Sin la dopamina, las células que controlan el movimiento no pueden enviar mensajes apropiados a los músculos, por lo que resulta difícil controlarlos.