La mayoría de los hispanos consume más azúcar y sal que los niveles recomendados por las principales organizaciones de salud, que coinciden en que los dos elementos son los principales obstáculos para la buena salud. Aunque quitemos el salero y el azúcar de la mesa, igual estaremos en riesgo: alrededor del 75% del azúcar y la sal que comemos es agregada a los alimentos ya preparados.