Nueva esperanza de cura del cáncer, gracias a las vacunas ARNm

14 oct. 2021

Nueva esperanza de cura del cáncer, gracias a las vacunas ARNm

Tiempo de lectura: 6 minutos

Entre muchos de los términos que se convirtieron en cotidianos durante la pandemia de COVID-19, hay uno que ha formado parte de los libros de ciencia por largo tiempo: ARNm o ARN mensajero. Se trata de una molécula, una unidad química, necesaria para elaborar proteínas y que ha sido el ingrediente esencial en la producción de varias de las vacunas que están combatiendo al coronavirus.

Sin embargo, mucho antes de que la palabra COVID-19 fuera parte de la vida diaria, los científicos ya investigaban el potencial de la tecnología de las vacunas ARNm para luchar contra una enfermedad milenaria, el cáncer.

Básicamente, lo que haría una vacuna ARNm para el cáncer es alertar al sistema inmunológico que hay un tumor para que el sistema inmunológico lo ataque.

Al día de hoy, según el sitio clinicaltrials.gov, que recopila información sobre todos los ensayos clínicos a nivel mundial, hay 52 investigaciones, en distintas etapas, algunas de ellas con pacientes, que analizan el potencial de las vacunas de ARNm contra el cáncer, 17 de los cuales son en los Estados Unidos.

Científica que trabaja en un laboratorio con tubos de ensayo estudiando vacunas de ARNm

Estas investigaciones tienen como objetivo evaluar la eficacia, tolerabilidad y seguridad de las vacunas de ARNm terapéuticas para tratar diversas formas de cáncer. Estos incluyen melanoma, cáncer de pulmón de células no pequeñas, cáncer gastrointestinal, cáncer de mama, cáncer de ovario y cáncer de páncreas, entre otros.

Los estudios sobre las vacunas de ARNm contra el cáncer cobraron un impulso luego que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobara en 2017 dos tratamientos llamados CAR-T para tratar cierto tipos de linfomas que, si bien no están vinculados al uso de ARNm, le abrieron la puerta a la potencial aprobación de terapias genéticas. La FDA está en el proceso de analizar decenas de trabajos científicos, y se esperan aprobaciones para 2025.

Las terapias genéticas y el cáncer

Todo el mundo conoce, o al menos le suena, la palabra ADN. El ADN es el material genético particular que cada ser vivo tiene en sus células. Está protegido en una parte de la célula llamada núcleo. Los genes son los detalles en el plano del ADN de todas las características físicas que definen a un ser vivo, desde sus rasgos físicos hasta qué enfermedades podrá desarrollar eventualmente. Es el “paquete” de características hereditarias que hace único a cada individuo.

La información que contienen los genes tiene que pasar del ADN del núcleo a la parte principal de la célula, llamada citoplasma, para ensamblar moléculas funcionales llamadas proteínas. Las células dependen de las proteínas para llevar a cabo los numerosos procesos necesarios para el funcionamiento del cuerpo.

Es la molécula ARN mensajero (sigla de “ácido ribonucleico mensajero”) la que traslada la información genética del núcleo al citoplasma, donde comienza la producción de proteínas para mantener vital y funcional al cuerpo. Además, el ARNm tiene una habilidad, diríamos, de guardaespaldas de las proteínas: como en una misión imposible, se autodestruye si algún patógenos quieren atacarlo, lo que previene que un germen o célula mala pueda “robar” la información del ADN original, y usarlo para enfermar.

Mientras que el uso que se le da hoy al ARNm para producir las vacunas contra COVID es preventivo, la historia de esta tecnología en el campo terapéutico tiene décadas. En los años 60 investigadores en el Instituto Salk para los Estudios Biológicos, en California, comenzaron a observar el potencial de ARNm  no solo para crear proteínas que le enseñaran al sistema inmune a luchar contra un virus externo, sino también para confrontar a células tumorales internas.

Un paso crítico para avanzar en una terapia contra el cáncer fue encontrar una vía por la que el fármaco producido con ARNm, que obviamente está siempre dentro del organismo, pudiera ingresar al cuerpo sin perder su valor terapéutico, ya que las moléculas son lábiles y se pueden diluir fácilmente. A fines del siglo pasado, la investigación mostró, en sapos, que una jeringa y una aguja, dos aliados de tantas luchas de salud pública, eran la forma ideal de ingresar este ARNm al organismo. Fue cuando se acuñó el término “vacuna contra el cáncer”.

Cómo actúan las vacunas contra el cáncer

Prácticamente de la misma manera que una vacuna preventiva: educando al sistema inmune para que ataque en este caso no a los virus, sino a las células malas.

Los científicos utilizan ARNm en laboratorio, diseñado para atacar a un cáncer específico. Después de que se inyecta la vacuna de ARNm en el paciente, el ARNm le “dice” a las células que produzcan proteínas que están asociadas con mutaciones específicas de un tumor.

Básicamente, las instrucciones del ARNm entrenan a las células T del sistema inmunológico (glóbulos blancos que nos ayudan a combatir los virus) para reconocer hasta 20 mutaciones en las células cancerosas y atacar solo a esas mutaciones. Entonces, el sistema inmunológico recorre el cuerpo para detectar células tumorales similares, en una misión para encontrarlas y destruirlas.

Algunas de las investigaciones están estudiando el diseño de vacunas contra el cáncer “a medida”, producidas de manera específica para un paciente en particular.

Si estas investigaciones avanzan y los datos clínicos de los ensayos demuestran que estas vacunas de ARNm son efectivas y seguras, se podrِán desarrollar tratamientos para determinados tipos de cáncer, para prevenir que el cáncer regrese, e incluso para prevenir ciertos tipos de cáncer a los que la persona puede estar genéticamente predispuesta.

Médico varón hablando con una paciente de cáncer mujer hospitalizada que muestra los resultados de su prueba junto a su cama en una tableta

Algo que si llega a ocurrir salvaría millones de vidas. En 2020, se diagnosticaron 19.3 millones de casos de cáncer a nivel mundial. En América Latina, el cáncer es la segunda causa principal de muerte. Se estima que 4 millones de personas fueron diagnosticadas recientemente y 1,4 millones de personas murieron a causa de la enfermedad en 2020.

El sueño que por ahora es una utopía: que el cáncer se convierta en una enfermedad prevenible.

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