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La mente y el cuerpo son una unidad que funciona como un mecanismo de relojería, una delicada alianza orgánica para que un ser humano pueda tener una vida personal y social plena. Si una de las partes centrales de este mecanismo falla, ocurre lo que le pasa a una marioneta que pierde uno de sus hilos: la persona se siente ansiosa, deprimida, desconectada y lo cotidiano se vuelve una carrera de obstáculos con barreras difíciles de superar. 

Miles de personas sufren este desbalance por muchas razones, una muy importante es no poner suficiente énfasis en el cuidado de la salud mental. 

Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad”. Es algo más que la ausencia de trastornos mentales; es una parte de la salud integral, y tanto es así que no hay salud sin salud mental. 

La buena o mala salud mental en cada individuo en muchos casos está determinada por múltiples factores sociales, psicológicos y biológicos. Se asocia en parte a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de trabajo estresantes, al abuso, a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos, afirma la OMS. 

La buena noticia es que hay muchas cosas que los individuos pueden hacer para cuidar y proteger su salud mental.  

Lo primero es tener la voluntad para proponerse un cambio. Identificar hechos, momentos o situaciones que pueden estar afectando el espíritu o las emociones, y actuar para prevenir. El manejo del estrés, ese gran disparador de enfermedades y trastornos de salud mental, es un excelente comienzo. Practicar técnicas de relajación, de respiración profunda, acercarse algo más a la naturaleza y dedicarle tiempo de manera consistente a un pasatiempo favorito (leer, bailar, cantar, jugar al tenis, pintar o trabajar en el jardín, entre tantos otros) son excelentes formas de ayudar a prevenir ciertos trastornos de salud mental. 

Otra manera de proteger la salud mental es cuidando del cuerpo. Algunas recomendaciones:  

1. Dormir lo suficiente. La depresión y los problemas del sueño están conectados. Las personas con insomnio, por ejemplo, pueden tener un riesgo diez veces mayor de desarrollar depresión que las personas que duermen bien por la noche. Y a su vez, entre las personas con depresión, el 75 % tiene problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido. 
2. Evitar el consumo excesivo de alcohol, tabaco y otras sustancias. Los expertos lo llaman “diagnóstico doble” porque en muchos casos el abuso de alcohol está relacionado con una alteración de la salud mental, como puede ser un estado depresivo. 
3. Llevar una dieta balanceada y sana. La ciencia ha comprobado que la nutrición puede afectar la salud mental: lo que se come puede modificar el estado de ánimo y, eventualmente, mejorar o empeorar una afección. 
4. Hacer ejercicio con regularidad. Los efectos fisiológicos que produce el ejercicio, desde una simple caminata hasta un entrenamiento intenso, ayudan a un balance mente-cuerpo que funciona como un escudo protector para la salud mental. 

Otras acciones que también pueden ayudar: 

1. Dejar de querer controlar todo. A veces la persona necesita poner límites, y reconocer que “esto no lo puedo hacer”.  
2. Limitar el tiempo en las redes sociales. Aprovechar ese tiempo para conectarse con personas de carne y hueso, y no con emojis.  Conectarse con los demás es esencial. El cuidado de la propia salud mental no solo ayuda al individuo sino también a la comunidad.  
3. Desarrollar empatía y gratitud también son formas de aliviar el peso de aquellos sentimientos negativos. Investigaciones sugieren que la gratitud puede estar asociada con muchos beneficios para las personas, que incluyen mejor salud física y mental, mayor felicidad y satisfacción con la vida. 
4. Sentirse más optimista. En las últimas décadas han surgido nuevas evidencias acerca de cómo una actitud positiva impulsa la buena salud mental y la longevidad.   El optimismo es la tendencia a esperar cosas buenas en el futuro. Es una actitud mental que influye en gran medida en la salud integral, así como en el afrontamiento de la vida social y laboral cotidiana. Los optimistas tienen mucho más éxito que los pesimistas ante eventos adversos, y también cuando las metas importantes de la vida se ven afectadas. Tratar de mantenerse positivo es otra forma de cuidar la propia salud mental. 

Depresión y ansiedad

Todos sienten tristeza en algún momento. Es una emoción humana natural. Sin embargo, la depresión clínica es una afección grave que puede tener un profundo impacto en todos los aspectos de la vida. Reconocer las diferencias entre estos tipos de depresión es el primer paso para obtener ayuda. 

La depresión es un trastorno complejo; los especialistas no comprenden completamente las causas de la depresión y cuáles son los elementos que se combinan para desencadenar los síntomas. Se sabe que probablemente los siguientes factores desempeñan un papel importante:  las características genéticas, los cambios en los niveles de neurotransmisores del cerebro, como la dopamina o la serotonina, y los factores medioambientales, psicológicos y sociales. 

Muchas cosas pueden aumentar la posibilidad de que una persona sufra de depresión, entre ellas, las más habituales son: 

• Haber sufrido abuso físico, sexual o emocional 
• La edad. Aunque la depresión no es una parte normal del envejecimiento, los adultos mayores están en más riesgo, especialmente aquellos que no tienen un entorno social o familiar que los apoye.  
• Un conflicto o crisis, como un divorcio, en el caso de que la persona tenga predisposición biológica a padecer depresión. 

• Una enfermedad grave o crónica, que requiera cuidados intensivos y especiales 
• El género, las mujeres la padecen más que los hombres. 
• La genética: un historial familiar de depresión puede aumentar el riesgo. Pero como ocurre con otros trastornos mentales, la relación no es tan simple y directa. Se cree que hay muchos genes diferentes que ejercen pequeños efectos, en lugar de un solo gen que contribuye al riesgo de un trastorno depresivo. 

Más de la mitad de las personas con depresión desarrollan un trastorno de ansiedad, otra de las afecciones mentales más comunes.  La ansiedad es más abrupta que la depresión y suele aparecer de repente, incluso antes del evento o la situación que la dispara. Se trata de un temor y preocupación extremos frente a algo que ocurrirá pronto: un examen, una charla pública, una presentación en el trabajo, una propuesta de matrimonio, una audiencia de divorcio. No es un simple estado de nerviosismo, que suele ser pasajero, la ansiedad es mucho más intensa y puede volverse crónica, afectando la vida diaria a todo nivel.  

Luchar contra estas afecciones hasta lograr prevenirlas o controlarlas no es un camino fácil. Sin embargo, muchas de sus causas y detonantes no son inmutables, como se creía en el pasado. La psicoterapia y en ciertos casos la medicación, o ambos tratamientos juntos, pueden cambiar los pensamientos y las actitudes que se han desarrollado con el tiempo. Es por eso que el impulso individual de buscar ayuda profesional será esencial para alcanzar un estado de salud y bienestar mental. 

Recuerde, siempre consulte con su médico o profesional de la salud para determinar las mejores opciones para su cuerpo y su salud y para responder cualquier pregunta que pueda tener sobre cualquier asunto médico, incluida su salud mental.