Cómo impacta lo que comemos en la salud cardiovascular 

4 feb. 2022

Cómo impacta lo que comemos en la salud cardiovascular

Tiempo de lectura: 4 minutos

Al parecer, los hábitos de alimentación que una persona tendrá a lo largo de su vida tienen sus raíces en la etapa fetal. Evidencia científica muestra que lo que la madre come, de alguna manera deja huella en el bebé, y a lo largo de los años de desarrollo como niño, joven y adulto, lo que consuma y beba irá moldeando hábitos que ayudarán, o perjudicarán, su salud cardíaca. 

La salud del corazón está vinculada a los alimentos. Hay alimentos buenos y malos para el corazón, algunos que hay que eliminar por completo de la dieta y otros que hay que consumir con cuidado. Los productos “amigos” pueden comerse al límite de la saciedad. 

La enfermedad cardiovascular (ECV) representa el 34% de las tasas totales de mortalidad en América Latina y el Caribe. Y es una de las cuatro principales causas de muerte junto con la diabetes, el cáncer, y las enfermedades respiratorias crónicas. Todas afecciones no transmisibles, y muchas veces prevenibles. 

Dependiendo de la zona de en la que viva, una persona de 30 años tiene una probabilidad de entre el 12 y 18% de morir antes de su cumpleaños número 70 a consecuencia de una de estas cuatro enfermedades. En toda la región, 17.9 millones de personas mueren al año por afecciones cardíacas. 

Las ECV abarcan la enfermedad isquémica, los accidentes cerebrovasculares, y las miocardiopatías y miocarditis. Aunque hay otras afecciones bajo el paraguas de las ECV, estas cuatro representan el 85% de la carga de esta enfermedad en América Latina y el Caribe. 

Para prevenir, e incluso controlar estas afecciones, la nutrición no es algo que hay que tomar a la ligera: no se trata de comer mejor solo para que quede mejor un vestido o un traje. Las razones bordean la delgada línea roja entre la vida y la muerte. 

Por qué la nutrición importa

Mujer con una camisa azul y pantalones cortos corriendo afuera en una acera

Los alimentos impactan en el organismo humano de distintas maneras. Sin duda son la base biológica para que esa maquinaria de relojería que es el cuerpo humano funcione bien, porque aportan nutrientes (proteínas, carbohidratos, lípidos, vitaminas, minerales y agua) que permiten desde el funcionamiento celular hasta la capacidad motora. 

Pero comer en exceso algunos de ellos hace que esa maquinaria comience a fallar. Por ejemplo, los alimentos altos en grasas saturadas y grasas trans alteran la salud arterial, generan una ingesta elevada de sodio y azúcar, y provocan aumento de peso, cuatro de los principales factores de riesgo de las ECV. 

La buena nutrición previene justamente ese desbalance. 

La Asociación Americana del Corazón (AHA) habla de este balance en su declaración científica de 2021, en donde indica que, para mantener una buena salud cardiovascular, hay que: 

ENFATIZAR 

  1. Frutas y vegetales. La evidencia basada en la investigación científica ha documentado que los patrones de dieta con una sólida plataforma de frutas y verduras (con excepción de la papa blanca) están asociados con una reducción del riesgo de ECV. Las de colores intensos en particular tienden a tener una mayor densidad nutricional.  
  2. Alimentos de granos enteros (panes integrales, arroz y pastas integral, avena, quinoa) Estudios científicos han comprobado que hay una correlación entre el consumo de dos a tres porciones diarios de estos productos con una disminución del riesgo cardiovascular. 
  3. Fuentes saludables de proteínas, principalmente de vegetales (nueces y legumbres),  pescado y frutos de mar.  Los patrones dietéticos que contienen estos alimentos se asocian consistentemente con un menor riesgo de ECV. Revisiones a corto y largo plazo han concluido que de 2 a 3 porciones de pescado por semana se asocian con una menor incidencia de mortalidad por todas las causas de ECV: infarto de miocardio, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca. El componente central que logra esta reducción es el ácido graso omega-3 y al efecto de sustitución cuando el pescado y los mariscos reemplazan a otras fuentes de proteína animal (como la carne roja no magra y la carne procesada). 

    La soja (incluyendo edamame y tofu), frijoles, lentejas, garbanzos y guisantes son tipos comunes de legumbres. Estos alimentos vegetales no solo son ricos en proteínas, sino que también son buenas fuentes de fibra. 
  4. Aceites vegetales que provengan de plantas como de soja, oliva, girasol o canola. En este caso la evidencia científica ha observado que reemplazar los aceites altos en grasas saturadas por estas versiones naturales afecta de manera favorable los lípidos y las lipoproteínas en el plasma (sangre), impactando por ende en el riesgo de enfermedad cardíaca     .   

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MINIMIZAR  

  1. Bebidas y alimentos que contengan azúcar agregado. Este azúcar extra que está en una enorme cantidad de productos, hasta en los menos pensados, y es uno de los más controversiales en la discusión sobre nutrición, eleva dramáticamente el riesgo cardíaco. Tanto que asociaciones médicas como la AHA y el Comité Asesor Científico sobre Nutrición del Reino Unido han firmado declaraciones conjuntas para exigir que se agregue menos (o nada) de azúcar a los alimentos procesados, y que se eduque a las personas para que reduzcan su ingesta. 
  2. Alimentos ultraprocesados. Estos alimentos son lo opuesto a los productos que están en su estado natural. Y también se diferencian de los que están mínimamente procesados, por ejemplo una lata de atún en agua, que tiene un agregado de sodio. Los alimentos ultraprocesados en general se producen con sustancias extraídas de otros alimentos como grasa, grasas oxigenadas o almidón. Y es más probable que tengan muchos ingredientes agregados: azúcar, sal, grasa y colorantes o conservantes artificiales. Algunos ejemplos de estos productos son las sodas, los hot dogs, la comida rápida, los fiambres y las galletas. 
  3. Alimentos con alto contenido de sal. Se trata de una relación directamente proporcional, a más consumo de sal, más riesgo cardíaco. Se necesita un nivel de sodio en el organismo, pero, como con el azúcar agregado, a muchos productos procesados se les agrega sal. La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos le ha pedido a la industria que reduzca el uso de la sal en productos procesados. 
  4. Aceites llamados tropicales como el de coco o palma, o los producidos con grasa animal, ya que contienen más grasas saturadas, que elevan el riesgo de enfermedad cardiovascular. 


Para lograr este balance, el tamaño de los platos que se consumen sí importa, y la AHA sugiere ajustar la ingesta nutricional para mantener una buena salud cardíaca, y un peso saludable. 

El costo de una pobre salud cardiovascular impacta negativamente en los sistemas de salud y económicos: en Latinoamérica, la pérdida de días laborales y el gasto en atención de salud por afecciones prevenibles es multimillonario. Por eso, como en tantos otros aspectos de la salud y las políticas sanitarias, se trata de un esfuerzo individual y colectivo para que el corazón de las personas y de las sociedades en las que viven puedan latir sanos por mucho tiempo.  

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