Por qué ayudar a los demás conduce al éxito, incluso en una pandemia

6 oct. 2020

Por qué ayudar a los demás conduce al éxito, incluso en una pandemia

Tiempo de lectura: 6 minutos, 13 segundos

Los psicólogos saben bien que ayudar a otras personas es una de las mejores formas de ayudarse a uno mismo y aumentar la propia fortaleza emocional. La ciencia demuestra que en tiempos tan duros como los que plantea la pandemia de coronavirus, las personas que mejor capean el temporal son aquellas que ejercitan la empatía y se entregan a los demás. Ayudar a otros nos sana.

¿Qué bases psicológicas y científicas soportan esta idea de que la mejor forma de mantenerse emocionalmente fuerte es ayudar a otras personas a estar mejor? 

Por qué funciona

En marzo de este año 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado titulado “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de Covid-19”. En ese documento, el organismo de Naciones Unidas daba consejos para mantenerse mentalmente fuerte ante la incertidumbre: “Protéjase a usted mismo y brinde apoyo a otras personas. Ayudar a otros que lo necesitan puede ser beneficioso, no solo para la persona que lo recibe sino también para quien lo ofrece”.

El enfoque de los expertos de la OMS está en línea con los descubrimientos más recientes de la ciencia del comportamiento. Los psicólogos llevan ya tiempo investigando en esta línea y están convencidos de que una de las maneras más eficaces de luchar contra la ansiedad es la generosidad, expresada, por ejemplo, en forma de ayuda para los demás. 

Los trabajos científicos más respetados prueban que cuando las personas se entregan a otros, ayudan y colaboran, el cerebro libera sustancias químicas como la dopamina en las mismas zonas que se activan al experimentar placeres como la buena comida o incluso el sexo. Es decir, se produce una gratificación intensa e inmediata que hace que disminuyan los niveles de estrés, con lo que también se reducen los temores, las preocupaciones y la ansiedad. 

Estos mecanismos del cerebro llevan a la ciencia a una conclusión sorprendente: para ser feliz, hay que hacer felices a otros. Bien aplicada, esta conclusión nos da una clave importante para afianzar nuestra salud mental y mejorar nuestra fortaleza emocional: ayudar para ayudarnos. 

Coronavirus y resiliencia

La pandemia de COVID-19 ha golpeado de una forma dolorosa e imprevista. Millones de personas de todo el mundo sufren ansiedad, trauma y depresión. Muchas sufren en soledad, lo que agrava su situación. Se han incrementado los problemas de violencia doméstica y hay colectivos, como los jóvenes, las personas con discapacidad y los adultos mayores, que sufren más los efectos emocionales de la pandemia.

Esto ha supuesto un enorme desafío físico y mental que las personas solo han podido superar gracias a grandes dosis de resiliencia. Esta palabra describe la capacidad para resistir y sobreponerse a la adversidad: cómo adaptarse y levantarse tras un golpe y seguir adelante.

La resiliencia no es solo hacer frente a una situación compleja, sino, y sobre todo, convertir los tiempos difíciles en una experiencia de crecimiento, de mejoría personal a partir de la dificultad.  Hay estudios que van todavía más allá. Un trabajo de investigadores de las universidades de Carleton y Rochester, publicado por la revista científica Psychological Science, demuestra que tener un motivo en la vida, como puede ser ayudar y tener relaciones positivas con los demás, es una de las formas más sólidas de conseguir resiliencia y otros efectos beneficiosos: alarga la vida, reduce el estrés e incluso mejora la salud financiera. Otro estudio liderado por el Hope Center de Michigan insiste en esa línea y prueba que las personas altruistas tienen más acusada la noción de propósito vital y consideran sus vidas más plenas de sentido. 

Por lo tanto, ser resiliente es la mejor forma de encarar el reto que nos ha lanzado esta pandemia. Dentro de ese esquema, las relaciones personales y el apoyo social son críticos. Para combatir los efectos psicológicos del coronavirus es fundamental contar con ese apoyo social, porque las relaciones sociales son fuente de bienestar y contribuyen a reducir el estrés y las situaciones de trauma. 

Pero la resiliencia requiere de acción, no es solo algo actitudinal o que está en el pensamiento. Exige ponerse en marcha y hacer algo tangible, real. Es importante trabajar la inteligencia emocional, ser plenamente conscientes, interrogarse sobre cómo reducir el malestar y asumir las debilidades para superarlo. La suma de todo esto ayudará a trabajar en el desarrollo de esa resiliencia, la herramienta más poderosa para hacer frente a la zozobra y la incertidumbre.

Esta cualidad no es algo exclusivo de la esfera personal, sino que tiene una clara dimensión social. Aquellos individuos resilientes, contribuirán a que la sociedad también lo sea. Así, las sociedades estarán mejor preparadas para hacer frente a problemas como el del coronavirus y tendrán la capacidad de planificar mejor sus sistemas de protección, darán información más útil y transparente y establecerán cauces de colaboración más sólidos entre los sectores público y privado. En definitiva, serán más fuertes.

Partir de algo tan personal y aparentemente pequeño como ayudar a los demás, puede hacer que las personas sean capaces de afrontar mejor la adversidad y estén dispuestas a contribuir para que toda la sociedad lo haga también. 

¿Cómo dar ese paso adelante?

No es necesario asumir cargas heroicas. A menudo es suficiente con pequeños gestos que ayudan mucho más de lo que se cree. A veces solo hacen falta pequeños gestos para dar ese paso adelante:

  • Llamar por teléfono a otras personas. Al hablar sobre los temores y preocupaciones, ayudamos a que el otro se desahogue, a la vez que estimulamos la capacidad para pensar sobre el problema y proponer nuevas soluciones. 
  • Ofrecer ayuda puntual.  Dar una mano a aquellos que no pueden salir de su casa para hacer las compras, o necesitan ir al médico y no tienen transporte, o tienen algún problema doméstico supone una ayuda inestimable.
  • Trabajar con los niños. No olvidar el impacto que esta crisis tiene en los más pequeños y en los adolescentes. Es importante ayudarlos a que puedan expresar sus temores y dejen fluir sus sentimientos de forma positiva. Es una ayuda de incalculable valor para ellos y para la comunidad. 
Grandmother using her cell phone to video chat with family
Teacher sitting on the floor of a bright colored playpen teaching children how to read
  • Reconocer la importancia de los que cuidan. Dar crédito públicamente a las personas que cuidan de la salud y la seguridad tiene un enorme valor. De una forma tan sencilla estaremos ayudando a esas personas y, al mismo tiempo, a la sociedad.
  • Acompañar a los enfermos y sus familias. Las personas que padecen COVID-19 tienen que estar aisladas, tanto en sus casas como en los hospitales. Ese aislamiento es doloroso y muchas veces se puede paliar con una simple llamada, un mensaje o una videollamada. 
  • Consolar a los que han sufrido pérdidas. Una forma bien evidente de ayudar a los demás en esta situación de trauma colectivo es acompañar y consolar a las personas que han perdido seres queridos.
  • Donaciones. Hay multitud de ONG y otros organismos que recaudan fondos para luchar contra la enfermedad y para proteger a los más desvalidos. Una forma práctica y útil de ayudar es donar dinero a estas entidades.

La cooperación de todos es vital. Cada persona en su medida puede ayudar para que todos estén un poco mejor. Un plan de acciones sencillas refuerza la salud mental, da fortaleza y hace más feliz.

Fuentes: Organización Mundial de la Salud (OMS), Enfermedad por coronavirus (COVID-19), Psychological Science, Purpose in Life as a Predictor of Mortality Across Adulthood, Greater Good Science Center, Berkeley University. Can Helping Others Help You Find Meaning in Life?, The New York Times, Tara Parker-Pope: “The Science of Helping Out”

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